lunes, 15 de abril de 2024

Costes de la inflación.

Muchos economistas consideran que cuando la tasa de inflación esperada es baja (por ejemplo, menos del 5%) es saludable porque permite engrasar los engranajes del mercado de trabajo

(en otras palabras, si no existiese inflación la moral de los trabajadores bajaría mucho si sus salarios no aumentasen nunca de forma clara e inequívoca). Además, permite que la actividad económica crezca. Es por este motivo, que dentro de la Unión Europea la estabilidad de precios está asociada con tasas de inflación que no superen el 2% a medio plazo. Pero cuando supera esos límites os encontramos con muchos problemas:

 Los costes en suelas de zapatos.



Se trata del tiempo y la comodidad que hay que sacrificar para realizar una mejor gestión del dinero. Cuando existe inflación se despilfarran recursos valiosos (tiempo y esfuerzo) que podrían utilizarse para aumentar la producción o disfrutar simplemente de más ocio.

Estos costes son enormes en los países que experimentan una hiperinflación. He aquí una experiencia boliviana descrita por The Wall Street Journal (13 de Agosto de 1985) y citada en el libro Principios de Economía de N. G. Mankiw (2002):

“Cuando Edgar Miranda recibe su sueldo mensual de maestro de 25 millones de pesos, no tiene tiempo que perder. Cada hora que pasa, los pesos pierden valor. Por lo tanto, mientras su mujer va corriendo al mercado para proveerse de la cantidad de arroz y fideos que necesita para un mes, él acude al mercado negro con el resto de los pesos a cambiarlos por dólares (...) Es fácil comprender lo que ocurre con el sueldo del Sr. Miranda de 38 años si no lo cambia rápidamente por dólares. El día que recibió 25 millones de pesos, un dólar costaba 500.000 pesos. Por lo tanto, recibió 50$. Unos días más tarde, en que el tipo era de 900.000 pesos, habría recibido 27$.”

 Los costes de menú.



Este término recoge el coste que para las empresas tiene la impresión o difusión de los nuevos precios. Recibe el nombre de costes de menú, porque las cartas de los menús de los restaurantes son uno de los ejemplos más evidentes y visibles de cómo se muestran los cambios de precios con la inflación. Estos costes vuelven a ser un despilfarro de tiempo y de recursos al que se ven sometidas las empresas en el ajuste necesario de comunicar los nuevos precios. Los costes de menú comprenden el coste de decidir nuevos precios, el coste de imprimir nuevas listas de precios y catálogos, el coste de enviar estas nuevas listas de precios y catálogos a los distribuidores y a los clientes, el coste de anunciar los nuevos precios e incluso el coste de hacer frente a la irritación de los clientes. En las economías europeas occidentales, con sus bajas tasas de inflación, el ajuste anual de los precios es una buena estrategia para muchas empresas. Pero con elevadas inflaciones, las empresas deben modificar sus precios mucho más a menudo (por ejemplo, durante las hiperinflaciones los cambios son diarios o, incluso, de hora a hora).


 La variabilidad de los precios relativos y la mala asignación de los recursos.


Las economías de mercado se basan en los precios relativos para asignar los recursos escasos. La inflación distorsiona los precios relativos porque no todos los precios suben en el mismo porcentaje. A los hogares les resulta más difícil comparar precio y calidad y, por tanto, saber si la compra que realizan es buena o mala. Un crecimiento continuo y elevado de los precios suele encubrir producciones ineficientes y de baja calidad que, en condiciones normales, no son económicamente viables.

 Distorsiones fiscales provocadas por la inflación.



Normalmente los salarios se ajustan con la inflación. Si los precios suben mucho, los salarios también. La legislación tributaria no está pensada para tener en cuenta la inflación. Con inflación normalmente se pagan más impuestos. Si la legislación fiscal no cambia, al ser los impuestos sobre la renta progresivos, con la inflación una misma renta real se situará en tramos impositivos más altos y acabará pagando una cantidad mayor de impuestos.

 Incertidumbre, Confusión y Vulnerabilidad.


Cuando la tasa de inflación es alta las personas no pueden saber si las decisiones de consumo e inversión les benefician o les perjudican. También se refiere al desconcierto de los inversores en el intento de distinguir qué empresas son prósperas y competitivas y cuáles no. Esta confusión impide que los mercados financieros desempeñen satisfactoriamente su papel de asignar el ahorro de la economía a los distintos proyectos de inversión.

 Redistribución de la riqueza.



La inflación perjudica a los ahorradores y beneficia a los que han pedido dinero prestado.

 El impuesto de la inflación.



Cuando el Estado lleva a cabo políticas monetarias expansivas muy agresivas para financiar sus gastos, y que generan altas tasas de inflación, en realidad, está estableciendo un impuesto sobre las

tenencias de dinero de todas las personas. Si sube el nivel de precios, la misma cantidad de dinero permite comprar menos.

 Coste político.


Por último, una inflación suele ser una señal inequívoca de que los partidos políticos que ocupan el poder son incompetentes para gestionar la economía.

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