martes, 28 de abril de 2015

2, Economía del siglo XXI. ¿Cañones o mantequilla?

Algunos datos para analizar este texto:

El negocio de las armas mueve al año 847.500 millones de euros. La ayuda de los países desarrollados al tercer mundo es de 4500 millones: 190 veces menos (de acuerdo a los datos proporcionados por el  Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Stockholm International Peace Research Institute,SIPRI). Según estos mismos datos, España se coloca como el sexto país exportador mundial, por detrás de Estados Unidos, Rusia,  Alemania, Francia y el Reino Unido. Y el Gobierno lo autoriza, aunque los datos de las empresas implicadas es secreto. Lógico, ¿Qué creéis que pasaría con las acciones o los clientes de algunos bancos si se demostrara lo que se dice en esta noticia? O los directivos de una empresa llamada Explosivos Alaveses, con sede en Madrid, que no creo que se pusieran muy contentos cuando  los de Green Peace extendieron en la fachada de sus instalaciones una pancarta con una foto de un niño mutilado por una bomba anti-persona.

Y, os preguntaréis, ¿cómo se puede permitir esto? ¿por qué no se prohíben y ya está? Bastantes problemas tiene esos países como para gastarse el poco dinero que tienen en armas, en lugar de en desarrollarse. Pues mirad por qué: esta actividad representa el 1,53% de la producción industrial española; los 13.000 puestos de trabajo directos generados significaban el 0,44% de la población ocupada en el sector secundario; los 900 millones de euros exportados suponen el 0,50% de las ventas españolas al exterior. Vamos, que para reducir nuestra tasa de desempleo, no nos importa que se maten otros. Pero, eso si, que sea bien lejos, por favor. Y no sólo no se prohíben, sino que se quiere sacar una mayor tajada. Y no sólo no se prohíben  Para terminar de indignarnos, leed esta noticia. 

Foto premiada en un concurso. 
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Un dato de EE.UU: en el 2002, la Bolsa de Valores Americana creó el “Índice de defensa”, que recoge la cotización de 15 empresas que entre ellas venden el 80% del volumen del aprovisionamiento  del Departamento  de Defensa de los Estados Unidos. Su cotización tiene un pico en el 2002, coincidiendo con la guerra de Afganistán, cae cuando se terminó esta guerra, y vuelve a repuntar tras la invasión de Iraq. Está claro que la guerra es buena para la industria militar. Lo absolutamente denunciable es que en este proceso, algunos políticos se hayan enriquecido.


Por eso, cuando seáis vosotros los que tengáis dinero para invertir, tenéis que saber que una alternativa son las  inversiones éticas. Hay personas que a la hora de invertir no piensan solo en su futuro, sino también en el de la de la sociedad o del medio ambiente. No aceptarían invertir en empresas que contaminan, que no respetan los derechos de los niños o que venden armas, pero a veces es difícil para un inversor normal reconocer estas empresas. Por ello, muchos bancos ofrecen la posibilidad de canalizar los ahorros a empresas que han optado por un comportamiento ético. La sorpresa que se llevan los inversores es ue con frecuencia estas inversiones ofrecen  una rentabilidad similar o incluso mayor que los fondos tradicionales. Y también tienen sus propios índices.

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